jueves, 10 de junio de 2010
el aeropuerto más bonito del mundo ha sido galardonado con multitud de premios por su innovadora arquitectura y su respeto por el medio ambiente.
Desde la ventanilla del avión antes de aterrizar ya distingo el color azulado del mar y las islas de alrededor de Samui, con pequeñas barcas de pescadores desperdigadas por la superficie. Nos acercamos un poco más, el avión parece inclinarse para mostrarme los arrecifes de coral y poco después aparece la costa de Samui, con sus 250 kilómetros de arena blanca repartidos en largas playas y bahías irregulares. De fondo, el verde de la vegetación tropical y los cocoteros parecen invadirlo todo.
Al llegar, un tren abierto por los lados y con varios vagones recoge a los pasajeros y les lleva al área de llegadas. Desde lejos, las cabañas con tejados de paja que albergan cada zona del aeropuerto recuerdan más a un hotel de lujo en la playa. Mi reflejo pauloviano de rechazo a los aeropuertos desaparece en Samui, y por el contrario siento que mis vacaciones acaban de empezar.
El aeropuerto de Koh Samui.
¿Cuál es el secreto? Tal vez que el aeropuerto pertenece a la compañía privada Bangkok Airways, que se encarga de mantener este ambiente único a sabiendas de que con ello contribuye a hacer más especial la isla. Pero este monopolio es también el motivo de que los vuelos a Samui sean más caros de lo habitual, y de que no permitan la entrada de otras compañías aéreas regionales de bajo coste.
El aeropuerto de Samui tiene frecuentes vuelos a Bangkok y a otras localidades tailandesas, y recientemente comenzó a operar vuelos internacionales a Hong Kong, Kuala Lumpur y Singapur.
Al marcharme, el trenecito me lleva de vuelta a la zona de embarque. Unas grandes butacas de ratán con cojines blancos aparecen desperdigadas por la zona de espera, en una decoración propia de un resort tropical. En el medio de esta estructura abierta y cubierta por un techo de madera y pajizo, café, té, zumos y sándwiches se ofrecen gratuitamente a los viajeros, así como periódicos y conexión a internet inalámbrica. Y por si no me había impresionado lo suficiente, al acudir al cuarto de baño me encuentro con peces tropicales que se deslizan majestuosamente por el acuario empotrado en la pared.
Desde mi asiento contemplo en el jardín una zona de juegos con columpios para niños y me digo que ojalá volar fuese siempre así de agradable. El aeropuerto de Samui es sin duda la mejor manera de empezar y acabar unas vacaciones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
wauuuuuuuuuuu!!! Me encanta. ¡Gracias por colgar estas cosas ta chulis!
ResponderEliminar